miércoles, 3 de noviembre de 2010

D-es-prendiendo prejuicios desde el insomnio.

" Después de una larga e infructuosa espera, me he decidido a escribirte, y ello tanto en tu interés como en el mío, pues me repugna pensar que he pasado en la cárcel dos años interminables sin haber recibido de ti una sola línea, una noticia cualquiera: que nada he sabido de ti, fuera de aquello que había de serme doloroso. Nuestra trágica amistad, en extremo lamentable, ha terminado para mí de un modo funesto, y para ti con escándalo público. Empero, el recuerdo de nuestra antigua amistad me abandona raramente, y siento honda tristeza al pensar que mi corazón, antes henchido de amor, está ya para siempre lleno de maldiciones, amargura y desprecio. "

¿Y si te conozco de nuevo?, sin prejuicios.
Como ese alguien nuevo que ahora eres.
Desde ese alguien nuevo que soy yo ahora también.
Enterrar el pasado de tal manera que nos permita enjendrar algo nuevo.

Esforzándome al máximo porque mis letras reflejen mi alma y en las que logres sentir que te abordo sin prejuicios. No como esperando la encarnación de un ideal sino como observador de un ser que como yo no es un producto acabado.

El que yo me abra...
si por cualquier razón no fuera interpretado como es, no significaría una deficiencia mía,...en último caso, significaría una deficiencia en el caracter del receptor ¿o no?



"No dudo ni un momento que en esta carta que debo escribirte respecto a tu vida y a la mía, al pasado y al porvenir, a las gratas cosas trocadas en amargura, amargura que podrá quizá convertirse en alegría, habrá muchas cosas que herirán en lo vivo tu vanidad. Si sucediere esto, lee y relee mi carta hasta que acabe con tu vanidad. Y si en ella encuentras algo de lo cual creas que te acuso injustamente, recuerda que debería uno sentirse siempre agradecido que haya una culpa de la que se nos pueda acusar injustamente." Oscar Wilde, De Profundis.

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