Y él era un palpitar de letras y sentidos.
Aprendí colores desconocidos, en cada paso juntos,
sabía dibujarme las preguntas, las ganas y la entrega.
Y él era espacio infinito de caricias:
su tacto, igual que un viento frío y cálido me estremecía las ocurrencias.
Y él era desfile de flores y sustancias.
Y él era mi fabricación y mi mentira.
Lo era todo.
1 comentario:
D:
pero todo eso volverá, el tacto, el con-tacto, la nueva sintaxis de colores, el torbellino y las mariposas en la lengua,
todo eso volverá después de la travesía, cuando la letra se haga crisálida y emerja luego,
quiero creer en ello
/abrazos
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