viernes, 22 de abril de 2011

Sobre el artículo de Heriberto Yépez

Por Jorge Harmodio su blog

En el el artículo QUE CHULA MI NARCOCULTURA (Laberinto.Milenio, 16/abr/11), Heriberto Yépez invita a intelectuales y consumidores a apegarse a una ética del consumo de drogas, misma que él resume en la siguiente ecuación:


(1) No + sangre = No + droga

La ecuación sugiere que, para terminar con el derramamiento de sangre que amenaza con degenerar en un holocausto mexicano, lo primero no es marchar ni manifestarse ni asociarse, sino dejar de consumir drogas inmediatamente. Y esperar que los consumidores gringos se sumen a esta nueva ética de la renuncia. Di no a las drogas: los cárteles (narcotraficantes, militares, empresariales y políticos) se irán derecho al desempleo, y del desempleo a la paz.

Dicho de otra manera, la culpa no es del que mata a la vaca ni del que le agarra la pata, sino del quien se zampa el bistec. Yo suscribiría a esta ética si no se limitara a los consumidores de drogas, sino a toda clase de consumidores: empezando por los compradores de iPhone/iPad, que navegan con los dedos manchadas por el suicidio de los empleados de la planta de Foxconn, quienes desde la industriosa ciudad de Shenzhen proveen a Apple de componentes electrónicos llenos de estrés. Y ni hablar de los corredores matutinos que al calzar zapatos Nike sumergen los calcetines en el el sudor de todos esos niños camboyanos que cose suelas a cambio de un salario de miseria. Hasta los amantes del chocolate tienen los dientes manchados de sangre: Costa de Marfil, primer productor mundial de cacao, invertía hasta hace poco sus fabulosas utilidades en financiar una guerra fraticida.

La ecuación heribertiana y el argumento anteriormente expuesto adolescen del mismo vicio: ambos son perfectamente solubles en el capitalismo ambiente. Y para demostrárselo, le ruego desempolve su álgebra de Baldor y me acompañe en la siguiente manipulación algebraica de la ecuación heribertiana:

(2) No + sangre = No + droga

(3) No + sangre – (No + droga) = 0

(4) No + sangre – No – droga = 0

(5) sangre – droga = 0

(6) sangre = droga

La ecuación (6) produce corolarios de una belleza ultraliberal: dado que droga y sangre son objetos equivalentes, comerciemos pues con ellos: exportemos personas como si fueran paquetes de droga, por supuesto no en el marco de una economía legal, tampoco se trata de compravender niños de Acapulco en Canadá, ni de traficar con búlgaras para trabajarlas en el bosque de Boulogne, ni de cruzar muertos.de.hambre centroamericanos por las fronteras en plena luz del día, o en plena bolsa de valores, o hasta en plena tienda de autoservicio. Porque al fin y al cabo Yépez y Goldman Sachs coinciden: el mejor culpable está en la extremidad inferior de la cadena ultra.productiva: ¡el consumidor, quien le manda engancharse en su vicio! (porque aquí, en el imperio moral del ultra.individualismo, la adicción no es un problema de salud colectiva, ya no digamos una enfermedad, sino un vicio individual reprobable). Y conocemos a los humanos, los sabemos propensos a todo tipo de enganches autodestructivos: adictos a la droga, al alcohol, al cigarro, a la comida, a las carreras de caballos, al éxito, al fracaso, al elogio, a los reflectores, a la originalidad, hasta al amor. Y por favor no me vengan a citar a Marx cuando dice, tropos más tropos menos, que el capitalismo humaniza a los objetos y cosifica a las personas, exactamente como la ecuación que nos propone Yépez, con quien además comparte esa reaccionaria propensión a jamás fincar responsabilidad partes más oscuras, altas o interiores de la cadena ultraproductiva.

Y ya entrados en corolarios, permítaseme responder también a partes menos matemáticas y más políticas del mismo artículo:

(7) sangre >= guerra

“¿Sugieren un pacto con el narco? ¿Ese es su plan? ¿Cambiar esta guerra “espuria” por otra narcocooltura más chida?” pregunta Yépez.

Dentro de 100 años, cuando el alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción se encuentren en el mismo plano, la cocaína y la heroína serán tan legales como el Ron Richardson, esta guerra nos parecerá tan absurda como ahora nos lo parece la guerra de los pasteles (y a su vez esta idea hoy nos parece tan utópica como hace 100 años el voto femenino o la igualdad racial). Por tanto propongo:

** Que México sea el primer país del mundo en legalizar todas las drogas, “duras” y “blandas”, no sólo en lo que se refiere al consumo, sino también a la producción, comercialización y exportación.

** Que los ingresos por producción y exportación de drogas sean el nuevo petróleo que nos provea de la riqueza necesaria para reinventar un nuevo estado ciudadano, humano, transparente, en donde por ejemplo se provean tratamientos de desintoxicación gratuitos con fondos públicos (inversión irrisoria si la comparas con los 5 mil millones de euros que México invirtió en milicia, armas y seguridad en el solo año del 2009).

** ¿Te imaginas si le plantáramos cara a Estados Unidos convirtiéndonos en el Ámsterdam de América Latina? Vengan, compren en paz aquí sus drogas (o vénganse en paz a desintoxicar), dejenos sus dólares y regrésense a su país.

(8) sangre >= política

“Pero los opositores a esta guerra no aclaran alternativas: no hay una visión anti o post-narcocultura. Si Calderón Contrataca para hoy debido a tanto cácaro, ¿mañana qué show?” pregunta Yépez.

** ¿Esperamos sentados el fin del estado fallido, su caída entre gran destrucción, holocausto y estruendo? Atrevámonos a seguir la vía de islandeses, egipcios y tunecinos: deconstruir el estado para reinventarlo.

** Terminemos con la farsa electoral del 2012. Atrevámonos a nombrar un gobierno ciudadano de transición que, en un periodo limitado de tiempo, convoque a una asamblea constituyente y a nuevas elecciones sobre bases ciudadanas y no electoralistas.

** Empecemos por la paz: forcemos a las partes en conflicto (cárteles narcotraficantes, militares, empresariales y políticos) a que enuncien de manera explícita sus condiciones para una tregua.

(9) sangre >= ideología

Quienes opinan que los crímenes de guerra perpetrados por traficantes y militares no tienen ideología, se equivocan. La ideología del narco es la misma que la del priísta y la del macro.empresario: acumulación extrema y rápida de la riqueza para mi y los míos a cualquier precio.

O como dijo Bowden en Murder City: esta no es una guerra contra las drogas, sino por las drogas: una guerra para repartirse el enorme flujo de capital que reditúa el gran pasatiempo de la adicción americana.

O como dijo Enrique Serna: “Los nihilistas burgueses que amenazan con imponer su ley en todo el país [...] han adoptado la doble moral de los patrones rapaces y los políticos tracaleros que siempre les pusieron la bota encima.“

O como dijo la profesora Milagros Ezquerro: Ciudad Juárez es la liberalización total soñada por los ultraliberales: primero caen las barreras comerciales, luego las éticas, al final las sociales: la sangre acaba valiendo objeto.

(10) sangre = sangre

Este panfleto algebraico fue escrito haciendo uso y abuso de un magnífico taller de ensayo que tomé en Oaxaca en 2008. Lo impartía Heriberto Yépez. Lo que ahí vi fue a un ensayista-filósofo-curandero en acción: entraban alumnos sumisos post.priístas: salían embriones de conciencia crítica, gente sin miedo a la reflexión ni al lenguaje. Me quedo con aquel Yépez que generaba precisamente lo que más nos falta ahora: tender vínculos, resanar el tejido social roto: en resumen: crear las condiciones para producir esas ideas que hoy no existen y que, inch’allah, nos van a sacar del hoyo.

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