sábado, 3 de septiembre de 2011

Yo no rescato gatos.

Hoy, un gato negro ceRúleo con ojos amarillos que ya había visto en ciertos lugares,-el mismo gato en diferentes sitios-, salió de entre la hierba, eran las 8:00 am., había brizna, estaba mojado y hambriento, su pelaje pintaba sus diminutos huesos. Lo cargué, se acurrucó como si me conociera desde hace muchos días, desde distintos y desde los mismos sitios. Caminamos a casa bajo la brizna matutina, ronrroneaba y yo pensaba en el tiempo y las causalidades. Recordé la muerte de Abraxas y la del primer amor. Pensaba en Lepo. En la anulación y los desencuentros. En los Otros. Pensé en mis abuelas, es decir, en mi vejez.

Pensé en el ninguneo de los "rescates".

Sentí a la nostalgia d-es-dibujarme en un tono negro ceRúleo

una implacable necesidad: LA LIBERTAD.


Recordé lo entrañable: el cuenco. Se llamará Alejo Stalker.

(espero que la letra de infinitos plurales no se ofenda)

1 comentario:

Stalker dijo...

Precioso, D

todo lo que ibas pensando, te define muy bien

cuidar de otro debería ser maullarle hondo, ofrecerle esa porción de libertad no cartografiada con que el gato es capaz de trazar el mapa de lo real

Alejo Stalker: sonrío, felino, feliz