jueves, 19 de julio de 2012

D-es

Descargada. No de un peso, no, de fuerza, de poder. Sin poder. No puedo. Desposeída de fuerza, no puedo poder. Deshabitada: sin hábito del dentro.

Necesidad de templo. Des-templada. Fiebre de ausencia en los dedos que crujen, rígidos. Ausencia en los huesos. Me florecen angustias en los dedos.

Entono un canto. Ocho notas. Entro en el tono de la angustia. Caverna, resonancia devuelta a su nota. Asolada reflexión de la materia en su germen. Sin cauce. No llega. No hay llegar. El mí quiere salirse. No, yo quiero salir del mí. Pero el cansancio. Me re-pliego. Repliegue en el mí. El menor esfuerzo: el pliegue ya trazado.

Sin embargo la fuerza, la fuerza del dentro. La que se agita y mengua, concentrada en sí misma, caverna del sí mismo que se ahoga en su esfuerzo por ser algo más que una y misma.

Despoblada. Enferma de des-población. Deshabitada del pueblo que fuimos, al unísono, sonido unificado, fuerza de los muchos. Desasida, desasistida de pueblo. Despoblada.

Husos. Notas al margen, Chantal Maillard

1 comentario:

stalker dijo...

un texto que me dice hondo, que me hace entrar la lentra (como dirías tú)

entra la letra y baila al calor de esta minuciosa indagación de los pliegues emocionales...

gracias

un abrazo!