jueves, 29 de julio de 2010

Gracias a Stalker hay otra vez Millard en este blog.

"Las heridas nunca acaban en sí mismas. Se llaman unas a otras. Como gargantas. Grandes gargantas que se suceden ululando. Cuidado al acercarse. Cuidado al escucharlas. Las proximidades de una herida son siempre pantanosas, huelen a cieno y su sonido es húmedo y gelatinoso. Contagian el mal del deseo, el mal de querer ser más que el destino, el mal de querer, de querer siempre lo que quiero por encima de todo querer ajeno. Una herida es la guerra."

su blog Lost in Marienband

1 comentario:

Stalker dijo...

D:

Es estupendo el texto, ¿verdad?

Si no has leído "Filosofía en los días críticos", te lo recomiendo con fervor, ahora que ha sido reeditado y se puede volver a conseguir.

Un libro que no es sólo un libro, y que no es sólo para leer. No hay contradicción en ello, claro.

Ojalá que estas palabras aporten algo de luz a la "oscuridad" del verano y nos calienten, nos calienten por dentro cuando haga frío...

Son palabras-antídoto, que curan aunque en apariencia sean venenos finamente destilados (veneno que cura...)

abrazos y que la realidad conspire a tu favor...