martes, 31 de agosto de 2010

Amantes de letras corpóreas.

Cada que el acariciar te sabe tacto, la pronunciación de tiempo se vuelve letra.
Tu lengua-je me saborea despacio bajo las sombras de un insomnio prolongado.
Te miro y te respondo y te beso casi al mismo tiempo.
Tu mano, único tacto poderoso después de tu lengua, me recorre la letra.
Pronunciamos silencios mientras mis dedos simulan que dibujan círculos sobre tu cuerpo. Mientras me describes los gestos de mi rostro cada vez que llego, tomo tu oreja como si el escuchar quisiera pruebas. Mientras avanza la noche, los cuerpos se saben. Tu voz estremece mis ganas. Cuando no me gusta lo que dices, pienso en lo que me escribes y vuelve a haber sin-cronicidad. Son noches de letra y cuerpo. A ratos, nos disipamos, observamos el techo blanco de la habitación con el colchón que está en el piso, es entonces cuando por un instante breve, en nuestro interior, ambos recordamos otros tactos, otras letras, otras ganas. Pero inmediatamente nos devolvemos. Al final, sucumbimos ante un instante intenso y en nuestra mirada anda vacilando la certeza de que será irrepetible. Te marchas con miedo de volver y pronunciar. Me quedo pronunciando y con miedo de no volver a sentir.

1 comentario:

Stalker dijo...

D:

es un texto bellísimo. Hacía tiempo que no leía algo así: un momento de intimidad tan entrañado, tan intenso y sincero.

Gracias por esta desnudez y por la letra que deletreas en voz bajita: afinándote

abrazo