Complicidad en las mañanas.
Por la ventana se filtraba un olor a niebla espesa.
Aire frío desfilaba lento, hasta toparse con el suspiro matutino.
¿Tú?, dormías.
Era como si el deleitar de la noche anterior nos empalmara suaves cansancios.
La fatiga era inexistente.
Éramos cuerpos vestidos de flores.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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2 comentarios:
Éramos cuerpos y pan recién hecho,
y el cansancio nos nacía en la flexión, y el gesto era derrumbe de vida, manantial-encuentro y desazón
(tu letra me sigue entrando, D.; es magnífica y suave, brilla en el agua)
Y qué me dices de la tuya?
Me sumerjo en ella siempre.
Gracias.
Te abrazo y también a tu letra.
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