viernes, 6 de octubre de 2017

Octubre

Tras la muerte de alguien que amas las personas que te rodean y aprecian consideran que existe un periodo en que está bien y es necesario acompañarte el cual es inmediatamente después de dicha muerte. Si no han pasado por una situación similar consideran que lo más importante es estar durante el velorio y días posteriores, tal vez un par de semanas.Pero durante estas primeras semanas, al menos desde lo personal no sientes casi nada, los sentidos se te cortan, el mundo se detiene, duermes, duermes y duermes, estás en shock, esperas que regrese, regresas al trabajo porque tienes que, comes porque tienes que, sobrevives como autómata.Lo peor viene meses después cuando el peso irremediable de la realidad te cae sobre la cabeza como una cascada: no va a regresar. Lo que pasó puede volver a suceder en cualquier momento, aún te quedan personas amadas vivas. Ya no hay estado de shock que te proteja, recobras poco a poco los sentidos, comienzas a sentir el paso del tiempo, a extrañar su olor, el sonido de sus pasos, el gusto de las comidas que adoraba comer. Y este periodo, el más extenso porque no tiene fin es aún peor porque a las personas que te acompañan les comienza a parecer que ya se cumplió tu plazo para sufrir como si el dolor tuviera fecha de caducidad, que ya pasaron un par de meses, que ya tu dolor es hartante, tu discurso es insistente, que no dejas ir, que no sabes soltar, que no le estás echando ganas, que no te propones ver la vida, aprender la lección que la muerte nos deja (????). Que la muerte y el duelo y el ardor tienen una vigencia.Y se cansan y se van.Y comienzas a sentir vergüenza de no poder dejar de arder.Y rabia ante tanta indiferencia.
Itzel Tzintzuni.


El luto más cruel es la conciencia del porvenir traicionado y cuando llega el desgarrador instante en que un ser querido cierra los ojos, al punto se siente con qué novedad hostil el instante siguiente ‘asalta’ nuestro corazón.


Gaston Bachelard: La intuición del instante.

Cuando se te muere alguien con quien has convivido mucho tiempo, no sólo te quedas tú tocado de manera indeleble, sino que también el mundo entero queda teñido, manchado, marcado por un mapa de lugares y costumbres que sirven de disparadero para la evocación, a menudo con resultados tan devastadores como el estallido de una bomba.
 Rosa Montero 

 



...tras la muerte queda un murmullo... lento, constante, se va hoy y regresa mañana. A la muerte le faltan palabras. Tras el final queda algo, algo imperecedero: ¿qué es algo?: palabras, cosas, amores, recuerdos, poemas, vidas, casas. La muerte nunca se agota, nunca se va, siempre deja pendientes. Algo es una de ellas: ¿qué es algo? todo es algo.




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