domingo, 31 de octubre de 2010

Texto (emocional-mente) irregular

Toma esa mano que ahora me desdibuja y
ensúciala de una mental tinta roja.

Palpa, cada parte de mi espalda,
ve marcándola con movimientos irregulares.

Después,
con tu dedo índice,
dibuja círculos en las flores de mi vientre.

Con tu lengua que ya no me habla
deletréame un beso-palabra.

Déjame pintar tus ganas de un
(mental-irregular-sutil-intenso-emocional)
TONO ROJO.

sábado, 30 de octubre de 2010

Tengo dos noches y tres insomnios en los que he soñado a mi abuela. Siempre la misma historia.

¡Pellízcale una chiche! escuchó a lo lejos Catalina mientras una mujer la cacheteaba y dos la sujetaban con fuerza del cabello. Catalina tenía 17 años y estaba siendo golpeada por tres mujeres de su casa. Su suegra y sus dos cuñadas.

¡Pellízcale una chiche! volvió a escuchar Catalina, no lograba reconocer la voz ni de dónde provenía tal imperativo. ¡Pellízcale una chiche!
Y Catalina lo hizo. En ese momento sintió que pellizcaba a la vida, a la lucha misma. Pensó en su infancia aniquilada y sintió la fuerza del abandono en su maternidad premeditada.

Catalina supo que para vivir hay que pellizcar y si, a quien pellizcas, no logra sentir el pellizco, significa que ya ha muerto. Siente pena por él y aléjate.

Cuando Catalina Furiati tenía 60 años recordó la pelea y el pellizco como si estuviera sucediendo otra vez, idéntico. Fue en el momento en que una de sus cuñadas dejó frente a su puerta a la Sra. Concha León, su suegra.

¡Pellízcale una chiche! quiso decirle a su suegra. ¡Pellízcale una chiche a tu hija por abandonarte! Catalina cuido a su suegra hasta su muerte, desde entonces, nunca dejó de sentir esa sensación de pellizco en una chiche.

Catalina Furiati piensa que pellizcar es hacer sentir. Hacer sentir es que sepan que existes. Así es como se vive.

viernes, 29 de octubre de 2010

miércoles, 27 de octubre de 2010

D. noticias animaleras.

1.- Crean Ley de protección animal en Veracruz link

2.- Me informaron que Lilu volvió. No estuve cerca para recibirla, ahora rescatarla de su dueño que la tiene en los huesos. Al parecer la tuvo encerrada todo este tiempo después de que la rescatamos de la perrera.

3.- Nos informaron de otro gatito quemado. :(

D. noticias animaleras y D. mucho por hacer.

martes, 26 de octubre de 2010

D. cuando octubre escribe y D-escribe.

Siento el porvenir disperso.
Se me presentan las ganas atiborradas de suspiros in-concretos.
Por-venir estoy: pensando.
El haber es basto. No hay añoranzas.
Y me pinto las uñas de rojo para no dispersar de más mi tonalidad.

***

Hay un espacio entre mi cansancio y mi nausea.
Es lo que yo llamo pausa.
Hay un prisa y una calma en mi centro.
La periferia son mis ganas.
Y allá, lejos: tu letra.
Deletreando fragmentos de intensidad.

lunes, 25 de octubre de 2010

:) / :(


























music



hold on to what you believe



But you and I now
We can be alright

domingo, 24 de octubre de 2010

eS inevitable no citar-te

D.:

tus palabras entran y vibran en este unísono, esta espera, esta extraña ternura y esta forma silenciosa (de-mudada) de advenir o crecer, de invocar y conjurar, hacerse poroso y estar(se) creciendo.

Así las acojo: como un regalo que se ahondará en raicillas en este instante, e iluminará otros, después, cuando las palabras nos desborden en tumulto y todo adentro y todo afuera queden ocluidos, tapiados, vencidos por el alud semántico y haya que inventar unos huecos (letras) de orfandad que habitar, por un tiempo, mientras reinventamos un mundo o una fuga:

nos haremos música en la intemperie,

y la espera se nos alzará en regazo

abrazo

viernes, 22 de octubre de 2010

miércoles, 20 de octubre de 2010

Citando a E.

En ti, ¿por qué D-es-pegar? Yo tengo una Delta maldita, un triángulo que me cobra devastación. No sé qué bifurcación le dio nacimiento, pero sus ambos brazos posibles se llevan consigo espacios imprescindibles de la gran estructura que hubo conocida. Sólo tengo una canastilla, y no sé en qué arista disponerla... A lo m ...ejor conservo la mitad de mi mundo si atino a una desembocadora, pero quizá no protejo nada, y en lugar de pescarlas de vuelta, dejo se escapen mis formas.

IV

Redescubriendo la tarde.
Pasos, susurros agotados.
Aquello que fue, hoy desvanece entre el correr diario del aliento.

Escribir el tacto de la vida.
Enfocar los sentidos ante las realidades expuestas de la ausencia.
La lucha ontológica del mañana.
Búsqueda, movimiento.
Círculos de antaño no descifrados.
Gritos que el tiempo se traga.

Resurgir del cuerpo que nos habita.
Encontrar aquel diluvio de ideas no prematuras.
Mantener fría la nostalgia y el circular descuido de una lágrima ardiendo.

D. fotos, charlas y hermandad enmorroñada.


:)



Sobre las Crónicas de Doña Guillermina Anaya:

"es buenísimo. es insospechadamente universal. la imagen de doña guillermina poniendo en su sitio a la muerte no sólo es increíblemente divertida... la narrativa es inmejorable.

de hecho, la narrativa de la crónica entera es una delicia.

esto ...debería ser un podcast que se actualice de tanto en tanto. no es un proyecto menor.

editorialmente hablando, porque además de poeta, soy editor, encuentro en este proyecto un pretexto preciso y precioso para recrearnos en la buena literatura, las tenebrosamente íntimas voces de quien ha estado ahí, el humor, y el exorcismo de experiencias que de tanto marcarnos la piel, terminan por sanarnos la lengua, la niñura y el "alma"."

Diego Villaseñor

domingo, 17 de octubre de 2010

D. una tarde con miñiños morroños...






Surgieron estas tremendas fotos:

Kira



Gabriel.



Y este cartel:

viernes, 15 de octubre de 2010

Aliento de un tigre

Colectivo Cultura Animalia: Traspasa especies.

jueves, 14 de octubre de 2010

MANIFIESTO HARTISTA por Avelina Lésper

Contra el anti-arte, el conceptualismo, la impostura y el culto al artista ególatra.
El arte es de todos.

1. Estamos hartos del arte oficial y sus artistas. Los Hartistas trabajamos con nuestras manos, en y para el mundo real.
2. Estamos hartos del elitismo, de que el arte sea sólo para algunos privilegiados. Queremos que el arte sea devuelto al público.
3. Estamos hartos de que solo opinen “gurús” y expertos. Opinemos libremente, es tiempo de reírnos en público de los estrambóticos montajes, de las cosas pretenciosas y ridículas que los artistas, comisarios y políticos presentan como arte.
4. Estamos hartos de la consigna interesada de que el arte y la pintura han muerto. Estamos hartos de que el dinero público se destine al sufragar actividades extravagantes propias de atracción de feria, que restan seriedad al arte y a los artistas que queremos trabajar con seriedad.
5. Estamos hartos del anti-arte. Partiendo de una idea jocosa de Duchamp el anti-arte es hoy el arte oficial, justo el enemigo contra el que se acuñó el término. Duchamp rechazaba que sus Ready-made se tomaran como arte.
6. El anti-arte no quiere convivir con el arte, necesita exterminarlo para ocupar su lugar. Los anti-artistas saben que si hay arte cerca nadie presta atención al anti-arte. Entre un buen cuadro y una lata de mierda, la gente normal prefiere el cuadro. El Hartismo es un movimiento anti-anti-arte.
7. Estamos hartos del conceptualismo. Todo el mundo tiene ideas, lo que diferencia al artista es la capacidad de crear obras valiosas a partir de las ideas. La idea es un pretexto para llegar a la obra, no al revés.
8. Estamos hartos de que presenten cosas que requieren de historias y explicaciones. Si esto es necesario es que no es arte. EL discurso no cambia al objeto.
9. Rechazamos la idea de que el proceso es más valioso que la obra, porque el proceso sólo tiene sentido si al final hay un resultado, una obra.
10. Estamos hartos de que la originalidad y la novedad sean patrones para designar el valor de una obra. El arte oficial “moderno” solo es una reiteración de formas y maneras que insultan a la inteligencia.
11. Estamos hartos que los que no utilizan sus manos se auto dominen artistas. Para ser artista hay que pintar, dibujar, esculpir, no basta pensar.
12. Estamos hartos de que se desprecie la tradición. Rechazar la tradición artística es rechazar la posibilidad de innovación. La tradición enriquecida por la vanguardia constituye nuestra cultura artística.
13. Estamos hartos de que la critica y la Historia del arte sobre valore las vanguardias del siglo XX minimizando el hecho de que se han agotado y muerto y son mantenidas con vida artificialmente.
14. Estamos hartos de que se extirpe la belleza de los discursos, la belleza es el objeto último del arte. Rechazamos que la fealdad y la pobreza técnica sean la máxima aspiración.
15. Estamos hartos del sistema actual de enseñanza. El artista necesita más práctica y menos palabrería. Reivindicamos el valor del dibujo al natural como base de las artes plásticas.
16. Estamos hartos de la fascinación por las nuevas tecnologías informáticas o audiovisuales. A más de 40 años del primer ordenador es una estupidez creer que hay novedad o ingenio en utilizarlos.
17. Estamos hartos de la “nuevas propuestas” como la instalación, el performance, el videoarte que son una manera de esconder la incapacidad de crear una buena escenografía, buen teatro o una buena pintura.
18. Estamos hartos de que se crea que somos una minoría. El Hartismo es una tendencia con vocación universal.

*
Esta es una versión reducida del Manifiesto Hartista original,
hecha por Avelina Lésper, hartista y crítica de arte
para su publicación en el suplemento Laberinto
de Milenio Diario y su propio blog.
La versión completa del
Manifiesto Hartista
se puede leer
aquí.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Lectura en voces altas de "La Tierra Prometida."

Querido S. gracias a tu coro de animales.
Querido S. espero comentes.


martes, 12 de octubre de 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

'Cuentos carnívoros', Bernard Quiriny

EL EPISCOPADO DE ARGENTINA

Entré al servicio del obispo de San Julián en 1939, poco después del deceso de mi esposo. Él había muerto con su socio en Tierra del Fuego, en un accidente aéreo, y me había dejado sola en Argentina, país cuyo idioma yo hablaba mal y donde no conocía a nadie. Como no tenía fortuna alguna, me vi en la obligación de encontrar trabajo. La proximidad de un hombre de Dios, había pensado al enterarme de que buscaban personal, me apaciguaría el alma y me ayudaría a superar la pena.

Me destinaron a las cocinas. La paga era modesta pero me daban alojamiento y comida; disponía de una habitación que compartía con Teresa, una cocinera chilena a quien jamás logré extraerle más de tres palabras seguidas. Al cabo de unas semanas enfermó una asistenta y me tocó a mí reemplazarla. Tendría que ordenar cada mañana la habitación del obispo, lo que me pareció un gran honor. El intendente, Morel, hizo especial hincapié en la obligación de respetar los horarios con la mayor exactitud; en ningún caso debería molestar a Su Excelencia; él no debería ni advertir mi presencia.

-Será usted invisible para él y sólo pasará en la habitación el tiempo imprescindible para cumplir con su labor. Ni un minuto más. -Precisó que nadie debía entrar allí más que yo y que debía devolver a su sitio todo objeto que me viera obligada a desplazar-. Lo ideal-concluyó-sería dar la impresión de que la habitación se ha hecho por arte de magia. -Y con una sonrisa, añadió-: O más bien por milagro.

Así me encontré cada mañana en la habitación de Su Excelencia. Era una gran pieza de paredes blancas, amueblada con sobriedad; había un escritorio con tapa de rollo, un armario y dos camas gemelas separadas por una mesita de noche con una lámpara de tulipa biselada. Hoy me asombra no haber reparado en el aspecto insólito de este arreglo: era evidente que una de las dos camas sobraba. Pero yo estaba demasiado absorta en mi misión para hacerme preguntas: podría haber encontrado un bar o una gramola sin sorprenderme especialmente. De todos modos, al cabo de unos días me di cuenta de que era extraño: ¿para qué necesitaba dos camas un servidor de Dios? No tardé en observar que Su Excelencia utilizaba tan pronto una como la otra. A veces, más raramente, estaban deshechas las dos. ¿Había que concluir que se levantaba a medianoche para cambiar de cama? Yo no sabía qué pensar. Tal vez sufriese de la espalda y lo remediara alternando entre dos colchones; tal vez fuese insomne y, antes que moverse interminablemente en una cama donde el descanso lo rehuía, prefería acostarse en la otra.

Por irrisorio que fuese, el misterio de las dos camas de Su Excelencia se transformó para mí en una diversión que me distraía de la monótona vida del obispado. Un día, conversando con Morel, no pude resistir las ganas de interrogarlo. Me lanzó tal mirada que lamenté haber sido curiosa: habríase dicho que estaba poniendo en duda el dogma de la Trinidad. Me despidió con un ademán de exasperación. Avergonzada, me retiré corriendo y traté de hacer olvidar mi insolencia trabajando sin parar hasta la noche.

CATÁLOGO DE AUSENTES (*)

*Enrique Vila-Matas


(*) Prefacio escrito para Contes carnivores, de Bernard Quiriny (París, Seuil, 2008). Este prefacio funciona como tal, es decir, como prólogo, pero también como un relato que comunica con el resto de cuentos del libro.


Vengo preparando desde hace años una Historia general del vacío. Pero la angustia de escribir la primera frase de esa Historia me tiene bloqueado. Como no ignoro que nada relaja tanto como una máscara, he llegado a pensar en buscarme un pseudónimo para poder por fin atreverme a escribir la primera frase de esa Historia que ando siempre proponiéndome escribir.
Yo sé que si un día me decidiera por fin a empezar el libro, situaría en primer lugar la historia que un día me contara Raúl Escari en la calle Maipú, frente a la casa de Borges, en Buenos Aires. Mi amigo me contó que un día, después de almorzar en casa de Copi, le explicó a éste que las flores cortadas duran más si se pone una aspirina en el agua. Después, Raúl se fue a comprar una botella de vodka y, cuando regresó a la casa, encontró a Copi inmóvil, sentado frente a un florero con una amapola colocada en el centro de la mesa, mirando la flor con gran atención. Copi quería verificar lo que le había dicho Raúl y pensaba que el eventual efecto estimulante de la aspirina se iba a producir a ojos vista.
Años después, Raúl confirmó el espíritu de investigador de Copi y su vocación de rastreador del enigma del universo cuando, encontrándose éste ya mortalmente enfermo de sida, le comentó, como si estuviera igual que aquel día sentado frente a la amapola:
-Por mucho que me acerco (a la muerte), no descubro nada.
A mí siempre me ha parecido que esta historia de Raúl Escari podía convertirse en la apertura de la brevísima Historia general del vacío que quiero escribir y no me decido y cuyo primer episodio imagino que tendría que girar en torno al pecado original y la pérdida del Paraíso. ¿Cuál sería el segundo? Anne-Marie Aguirre, una buena amiga mía de París, sitúa la aparición de la idea de vacío en un antecesor de Plotino, un filósofo cuyo nombre esta tarde he olvidado (es el único aunque llevadero inconveniente de escribir en una casa de paredes blancas sin un solo libro), pero de quien me acuerdo perfectamente que dejó dicho: “No es cierto que la historia del mundo sea una historia de grandes logros, sino una historia del tedio”. Recuerdo que esta frase en su momento me sorprendió, porque hasta entonces no había relacionado la historia con los grandes logros; todo lo contrario, me parecían dos cosas disímiles.
Pero ahora sé perfectamente que la búsqueda de trascendencia y la huida (imposible) del tedio cruza la historia de la humanidad y alcanza otro de sus momentos estelares en El relato de Arthur Gordon Pym, que es el libro más extraño de Edgar Allan Poe y cuyo célebre final, aún más enigmático y raro que el propio relato, sitúa al héroe en una canoa en el fin del mundo. Una irresistible corriente empuja a la canoa hacia el sur, hacia el polo y, a medida que se acercan a los límites de la tierra, todo el entorno va transmutándose y se ve una enorme columna de vapor en el horizonte y el agua toma un tinte lechoso y se calienta, y cae sobre la canoa un finísimo y pálido polvo, mientras que decenas de aves gigantes y blancas gritan:
-¡Tekeli-li, Tekeli-li!
Lo más sorprendente son las últimas palabras de la narración: “Entonces nos precipitamos en el interior de la catarata, que se entreabrió como para recibirnos. Pero he aquí que, a través de nuestro camino, se alzó una figura humana de proporciones mucho mayores que las de ningún habitante de la tierra, con el rostro velado; el color de su piel tenía el blanco purísimo de la nieve”.
Ahí termina abruptamente el relato de Poe, que siempre se dio por inacabado. Este color blanco del final del relato siempre lo he relacionado estrechamente con la fascinante portada del libro de 1788, Historia general del aburrimiento, de Pierre Gould (insigne antepasado, por cierto, del Pierre Gould que aparece siempre en los relatos de Bernard Quiriny, uno de mis escritores favoritos). En esa portada fascinante se veía una figura humana emergiendo de un grandioso bloque de hielo. Leí ese libro de niño y la idea misma del libro, pero sobre todo la portada glacial, me quedaron grabadas para siempre.
¿Cómo no iba a quedarme en la memoria una obra que tiene el apéndice más extravagante de la historia de los libros, ese apéndice titulado Catálogo de ausentes, donde el autor se propone la ingente y demencial tarea de reunir y apuntar los nombres de todos los muertos que ha tenido el mundo hasta el momento de escribir la primera frase de su libro? Sólo muchos años después obtuve la explicación razonada de por qué existía tan insólito y enloquecido apéndice a la Historia general del aburrimiento. Y la verdad es que la explicación casi me decepcionó, pues la encontré de una excesiva simpleza y tontería: Pierre Gould emprendió esa tarea (tan condenada a la inexactitud, pues es obvio que ha tenido el mundo millones de muertos que no fueron registrados en ninguna parte) porque simplemente quería llevarle la contraria a su ilustre progenitor, Johann Heinrich Gould, físico y matemático alemán de Tubinga, que a mediados del siglo XVIII había demostrado que el número pi era irracional, y cerró así la posibilidad de poder determinar una cifra exacta (fracción numérica) para este número.
Su hijo buscó, a través de su intento de escribir el demencial e irracional Catálogo, demostrar que en el mundo únicamente podían haber cifras exactas, incluidas las de los muertos que ha tenido el universo a lo largo de su rotundamente mortal historia. “Forzosamente esa cifra tiene que existir, otra cosa es que sea fácil encontrarla, porque siempre habrá más de un difunto oculto”, aseguraba el pobre Gould junior entre el estupor, la compasión o las risas de sus contemporáneos, y la preocupación de su madre, una inteligente aristócrata francesa. Está claro que lo único que pretendía Pierre Gould era llevarle la contraria al padre hasta sus máximas consecuencias. Ser mucho más que el padre, ser el mismísimo Dios para poder dedicarse a confeccionar un entretenido catálogo de muertos que únicamente podía estar al alcance de un ente divino.
En fin, la Historia general del aburrimiento y su demencial y a la postre escuálido Catálogo (no acabado, por supuesto; Pierre Gould no llegó a completar ni siquiera la lista de muertos registrados en las sacristías de las iglesias de su Tubinga natal) están ahí, qué se le va a hacer. Y bueno, por otra parte, he de decir que en cierta forma yo me considero su continuador, pues trabajo mentalmente desde hace unos años en un catálogo personal, un Catálogo de Ausentes que ha de ser el apéndice de mi brevísima Historia general del vacío, resumen muy abreviado (aunque con incorporaciones propias) de la ambiciosa e incompleta Historia general de aburrimiento que publicó en su tiempo Pierre Gould.
¿Por qué hago todo esto? ¿Acaso tengo, como Gould, un padre al que contradecir? Bueno, mi caso es ligeramente diferente. Yo hago el libro para llevarle la contraria a mi madre, para hacer algo que sea bien distinto a lo que hace ella en la vida.
Mi madre, alias Ojo de Vidrio, asegura que su vida está extremadamente llena de riesgo, inseguridad, y diversión. Jamás se aburre. Eso dice. Pero como lo repite tanto, inspira la sospecha de estar en el fondo aburriéndose siempre mucho. Es más, creo que habría sido un personaje ideal para la Historia general del aburrimiento de Pierre Gould.
Escribo todo esto en este pequeño apartamento de paredes blancas, sin libros. Simpatizo mucho con las paredes vacías. Si algún día tuviera que decorar alguna de las de esta casa, colgaría algún cuadro que reprodujera la esfinge de los hielos que Gordon Pym creyó ver en el fin del mundo. Pero no colgaré nada nunca. Necesito, sobre todo, escribir con una pared desnuda a mi espalda, pues sin duda me parece el entorno más adecuado para trabajar en un Catálogo de Ausentes. ¿O acaso no sería ridículo que hubiera colores en mi apartamento? Me gustan estas paredes blancas y me gusta el frío. En realidad, el frío me fascina tanto que he llegado a pensar que dice la verdad sobre la esencia de la vida. Detesto el verano, el sudor de las suegras despatarradas por las arenas del circo de las playas, los arroces al sol, los pañuelos para el sudor. Me parece que el frío es muy elegante y se ríe de una manera infinitamente seria. Y el resto es silencio, vulgaridad, hedor y gordura de caseta de baño. Me fascinan los copos suspendidos en el aire. Amo las ventiscas, la espectral luz de la lluvia, la azarosa geometría de la blancura de las paredes de esta casa.
Me gusta pensar en la palpitación del agua bajo el hielo.
Me aburro bastante, al menos tanto como mi madre.
Me consuela saber que aún no es demasiado tarde para que llegue a tener grandeza de carácter.
Me gustaría salir y fumar un cigarro de hielo.
A veces me hago pasar por Pierre Gould, por el historiador del aburrimiento, pero a veces también por su descendiente, ese que también se llama Pierre Gould y aparece en los relatos de Bernard Quiriny.
En cualquier caso, me gusta saberme diferente. La capacidad de alegría se atrofia cuando uno quiere ser igual que los otros.
A veces voy a la morgue a que me den los nombres de los muertos del día, aunque está claro que al paso tan lento al que voy aún habrá de salirme un catálogo de ausentes más limitado que el del pobre Pierre Gould. En cualquier caso, creo que será crucial la presencia de la figura de Falter en mi Historia general. Debería centrar muy especialmente la atención sobre su fabuloso personaje, sobre ese hombre cuya vocación de investigador del misterio del mundo le llevó demasiado lejos. Porque Falter, pariente próximo de aquel Copi que investigaba a la amapola, es aquel tipo del que nos hablara Nabokov en su relato Ultima Thule, aquel hombre que perdió toda compasión y escrúpulo cuando en un cuarto de hotel resolvió “el enigma del universo” y no quiso revelarlo a nadie más tras haberlo hecho una única vez cediendo al acoso de un psiquiatra al que le destrozó tanto la revelación que hasta le causó la muerte.
Otro personaje crucial de mi Historia general del vacío creo que debería de ser la propia Ojo de Vidrio, mi madre, siempre ella tan fuera de toda sospecha de estar aburriéndose cuando en realidad yo sé que convive con el vacío en un aburrimiento mortal. Mi madre. No sé cuántas veces la he visto asomada a la ventana de algún cuarto de hotel oteando el horizonte, como si, más allá de éste, fuera a descubrir el enigma del universo o del vacío. Pero no creo que haya pretendido o deseado nunca dar con él. Porque Ojo de Vidrio, al igual que Falter, sabe perfectamente que resolver el enigma habría de conducirla a ver de golpe toda la realidad entera, a tener de repente ante ella toda la grandiosa y espeluznante verdad y, por tanto, poco después, caer fulminada por el mortal susto final.
Los que como yo intuimos qué es lo que pudo ver Falter, oímos a veces poemas dulces y angustiosos, versos femeninos que nos dan mucha pena, versos bellísimos de poetas hermosamente desorientadas como Hilda Doolittle, que decía haber visto que no caían las murallas y no entendía por qué, mientras ella y los suyos avanzaban por el fin del mundo y notaban de pronto que el éter pesaba más que el suelo y que éste se combaba como en un naufragio y la expedición descubría de golpe que ya no había reglas. Lo dice Doolittle al final del más bello de sus poemas: “No conocemos reglas / por las que guiarnos, / somos navegantes, exploradores / de lo desconocido, / lo no registrado; / carecemos de mapa; / quizá arribemos a puerto...”
La verdad es que yo, con mi Catálogo de ausentes, no creo que arribe a puerto alguno. Creo que lo mejor será que me contente con hacer tan sólo un modesto catálogo propio, es decir, una sencilla y trágica lista de mis muertos. Sin duda, acceder a otros inventarios de difuntos, acceder al Catálogo de lo no registrado, sería embarcarse en una tarea tan imposible como infinita, y encima perderse en la senda precisamente del fracaso de mi modelo en esta materia, el pionero Pierre Gould.
Me quedaré en lo mío, con mis muertos más íntimos, que –ahora que lo pienso bien- no existen. ¡No existen! ¿Cómo no me di cuenta antes de esto? Soy alguien que tiene el privilegio de tener a todos sus seres amados todavía vivos. Es algo casi insólito, pero no se me ha muerto nadie todavía. Es decir, que en cuanto a catálogos de difuntos, ni siquiera puedo escribir el de mis muertos personales, ni siquiera me es posible hacer esa nómina de ausentes. ¿Cuánto tiempo podré seguir así, sin muertos cercanos? ¿Cómo lo haré para llenar decentemente mi vacío existencial? ¿Escribiendo esa Historia General del Vacío cuya primera frase me angustia tanto que me paraliza? Debería ser realista y darme cuenta de que lo tengo que hacer es simplemente seguir perteneciendo –aunque, por cuestiones cronológicas, no conste en ella- a la Historia general del aburrimiento de Gould junior.
Quizás lo único que pudiera sacarme verdaderamente del hastío sería encontrarme con Falter y que me contara lo que sabe, pero no, no me interesa nada que me cuente algo de todo eso tan terrible que ha visto, porque yo sé que saberlo equivale a ir mucho más allá del Tekeli-li y de la esfinge de los hielos de Poe, es ir directamente a buscar un golpe repentino de realidad, verdad y fulminante muerte.
No sé. Como en realidad mi Historia general del vacío iba a ser en el fondo muy breve, aquí mismo ya la doy por terminada. Me vence la pereza. Además, siempre he sido voluble, frívolo y disperso. Espero que se diga que esa Historia general del vacío no pasó de un intento de en realidad no escribirla nunca, y que quede como un vacío más dentro de la historia general del vacío, la más hueca de todas las historias. Prefiero esto a que se ocupen de mí y digan la verdad, digan que a veces existo sin identidad y estoy siempre ausente del lugar desde donde hablo, y todo eso que suele decirse cuando creen que hay algo realmente que decir.
Prefiero limitarme a ser un personaje de Pierre Gould. O mejor dicho, hacerme pasar por el Pierre Gould actual, por el héroe –tal vez el doble- de Bernard Quiriny. Eso en el fondo habrá de resultarme más estimulante que escribir una Historia general del vacío y estar todo el rato luchando con la primera frase. Hacerme pasar por Pierre Gould, el descendiente del matemático de Tubinga, y cualquier día de éstos visitar a Bernard Quiriny para preguntarle por qué cuenta tantas historias de mí.
O mejor todavía: no hacerme pasar sino ser directamente Pierre Gould y de paso preguntarle a Quiriny por su segundo libro y averiguar si es verdad, como me han dicho, que éste tiene todo el aspecto de ser el Catálogo de ausentes que ando mentalmente escribiendo desde hace tantos años. ¿Es realmente este segundo libro de Quiriny un catálogo de ausentes? Dicho de otra forma, ¿no será que es de Pierre Gould ese libro, no será que ese libro es mío? Reclamo su autoría.

La Tierra Prometida, Chantal Maillard.

Ya en mis manos S.!!


En La tierra prometida, Chantal Maillard convoca contra la desaparición de las especies animales y a lo que esa extinción nos aboca: una tierra yerma y vacía. La plegaria, o poema circular, es un texto breve, sin significado preciso, que se repite una y otra vez. Se extiende por un espacio sin fin, donde pueden verse, aquí y allá, animales sin identificar. Según el libro avanza, repitiendo la plegaria, estos animales felices y vivos van alternando con huellas y restos ... que hacia el final son los únicos presentes, ilustración del futuro que nos amenaza.

PRÓLOGO

Este poema circular es a la vez un manifiesto y un memorial. También es una letanía inscrita en un rosario o molinillo de plegarias. Una letanía es un conjuro. Un gesto de la palabra. Quienes la repiten concentran en ella su voluntad, su energía. Los nombres de las especies en extinción irrumpen en la plegaria sin interrumpirla, como espíritus que viniesen a pedirnos ayuda. Al pronunciarlos, sus nombres van inscribiéndose en el tiempo; la lista que resulta de ello es la que figuraría en un monumento para la memoria, la de todos los que estamos y los que vendrán. La tierra prometida es una estela poética.

Los nombres de las especies en peligro de extinción que se incluyen son una parte muy pequeña del total. La idea hubiese sido incluirlos a todos, pero la cifra es tan alta que hubiésemos necesitado no un volumen sino una biblioteca entera. La lista roja de la IUCN menciona veintiocho mil doscientas setenta y dos especies animales en el año 2006, de las cuales seiscientos noventa y ocho están ya extinguidas y mil quinientas veintiocho están en estado crítico. Las demás se consideran amenazadas o muy vulnerables. El libro rojo del Ministerio del Medio Ambiente mencionaba en la península ibérica setenta y cinco especies en peligro en el año 1990; en el 2002 eran ciento sesenta y una. No está actualizado a la fecha de hoy.

La lista del poema podría haber sido muchísimo más larga si hubiese traducción al castellano de las muchas especies que sólo han sido nombradas en las lenguas vernáculas de donde son originarias. De una gran mayoría, por otra parte, tan sólo tenemos el nombre científico, o bien porque en las lenguas autóctonas se suele utilizar, para designarlas, cualquier apodo general tipo "pájaro", "serpiente", "pez", "mariposa", etc., o bien simplemente porque tales especies pasan inadvertidas para los seres humanos. Esto es muy evidente en el caso de los insectos. Tan sólo en la península ibérica se reconocen unas trescientas especies de ortópteros, pero son una realidad diversa únicamente para el especialista. Y es curioso comprobar que, hasta que algo no se nombra, no existe. Todos conocemos al lobo, al leopardo, al elefante, pero ¿quién conoce a la Hesperia dacotae o a la Danaus plexippus? Aquello que no hemos oído nombrar no existe para nosotros, y esto tiene una extraña consecuencia lógica: si no existió nunca, ¿cómo podría extinguirse?

Los nombres de las especies no son los nombres de los animales. Estamos hablando de especies, y las especies son conceptos, no individuos concretos. ¿Cuántos animales son los que se mueren cuando una especie desaparece? ¿Cuántos espíritus vendrían a poblar el poema si, como es costumbre en nuestros memoriales humanos, nombrásemos a todos y cada uno de los animales que agonizan?

Dejar este libro incompleto proporciona, por otra parte, la posibilidad al lector de que él mismo se adhiera al manifiesto añadiendo los que quiera; de esta manera, escribiremos este poema entre todos. Y bien me temo que, a la velocidad en que el fenómeno se está produciendo, necesitaremos muchos lectores y muy pocos años. Cuando no quede una sola especie que añadir, habremos llegado, finalmente, a la Tierra Prometida.

***
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca lobo tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
musaraña tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea leopardo posible nunca tal
vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas abeja
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas lince sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible buitre nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca lechuza tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas águila
real sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea elefante posible nunca tal
vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas oso
marino sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea perdiz negra posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
albatros aún apenas sea posible nunca tal
vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible koala nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún quetzal apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas flamenco sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas rana sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible cachalote
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez orangután aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
apenas sea oso pardo posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún tapir apenas sea posible nunca tal
vez aún apenas ciervo sea posible nunca tal
vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tigre tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea ballena posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible murciélago
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible foca nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea víbora posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible nunca pantera tal vez aún apenas sea
posible nunca tal vez aún apenas sea posible
nunca tal vez aún apenas sea posible nunca
tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez
aún apenas sea posible nunca mochuelo tal
vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún
apenas sea posible nunca tal vez aún apenas
sea posible nunca tal vez aún apenas sea
posible vicuña nunca tal vez aún apenas sea

jueves, 7 de octubre de 2010

Octubre escribe y d-escribe.

Dices que me quiebras.
Mil pedazos de incertidumbre.
Junta la porción exacta de mi cuerpo.
La parte mediática y efímera que ya no sostiene.

Laceras mis ganas.
Deja ya la mirada vacía.
Usa el tacto, deleita en el acto.

En el ahora que me quiebra.
Responde ante el hueco de mi eco.
Saborea la penumbra del beso,
deslízame sobre el instante y
hazlo durar.

Y S. me contesta y me siento palpitar en el agua.

"Cuando hablas, tu letra entra y uno la acoge en el pequeño gozo que se abre, y la caída encuentra ahí su nido, en el dentro que se pronuncia en levedad: regocijado ensalmo, palabra de vida lenta.

Así de hospitalaria es tu letra,

un abrazo"

lunes, 4 de octubre de 2010

: No hay imagen que retrate. No hay imagen con la que te enteres de esta herida tan profunda: saberte en peligro.



Fue un asalto del suspiro más limpio.
Lo que nos(te) robaron fue lo que habitamos: el nosotras.
La herida: escucharte llorar de madrugada.

Tengo una hermana que me sabe suya. Yo la sé igual.